jueves, 31 de enero de 2008

La azafata, Bambi y el puto mono

Hoy, leyendo un blog ajeno, han venido a mi memoria recuerdos de mi infancia. La blogera en cuestión cuenta cómo alcanza el climax cada vez que recorre la "nueva" Plaza del Pilar, a lo que yo, indignado y para mis adentros he gritado, pero ¡¡ si es una puta mierda !!.
Yo, en proceso todavía de aceptar la "treintena", recuerdo con cariño la "vieja" Plaza del Pilar.
Sucia, con el asfalto levantado por las raices de los árboles (sí, había árboles), con la chavalería jugando al futbol, las colas del cine Rex en la colindante Plaza de la Seo (Sí, había un cine), y es aquí cuando he recordado una anecdota que me marcó en su momento y de la que ahora me descojono.
Corrían los 80´s, no puedo precisar el año pero estoy seguro que era verano, y a mí madre, que en esa época parecía una azafata del "Un, dos, tres" (un día cuelgo una foto) se le ocurrió coger a sus tres churumbeles bajo el brazo y llevarnos a ver "Bambi". En aquella época uno se podía encontrar todo tipo de artistas callejeros por la plaza y cuando sacabas las entradas podías entretenerte viéndolos hasta que comenzaba la película. Aquel día de verano de los 80´s nos entretuvimos viendo a un ciego con un mono haciendo sus pertinentes monerías (el mono). Mí madre, la pobre, acostumbrada al mismo trabajo laborioso del mono de tener que entretener a tres críos, se compadeció del animal y mirándome con su tierna cara de azafata del "Un, dos, tres" a la vez que alargaba su mano me dijo:
- ¿ Por qué no les dás un cacahuete al pobre monito que debe tener hambre?
Yo, que nunca he negado nada a una azafata del "Un, dos, tres", acerqué mi infante mano hacia el mono y le dí el dichoso cacahuete. El mico lo devoró con una habilidad que me dejó pasmado y se acerco hacia mí en lo que yo creía era un gesto de agradecimiento, trepó hasta llegar a mí hombro y depositó una cagada más grande que la de una caballo "Percherón".
Me quedé sin ver "Bambi" y con la falta de agradecimiento del puto mono resbalando por la espalda.
Pero eso sí, volví a casa de la mano de mi azafata del "Un, dos, tres" favorita.

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